Mi experiencia en la Unidad de Neonatos (I)
Experiencia en neonatos
Cuando nació, en el Hospital «Príncipe de Asturias» en Alcalá de Henares (Madrid), nadie nos dijo lo que nos iba a pasar, ni lo que íbamos a vivir doce horas después de su nacimiento…
En la primera de esas doce horas ya empezaba a intuir que algo no andaba bien en él, tenía un color entre rojo y rosa, en una mezcla rara. Pasaban los minutos, otra hora y seguía intranquila, pensando que ese color no era normal, aun así no dije nada a médicos y enfermeras , a mi marido sí: «Mírale el color que tiene, ¿no le ves raro…? Él contestó que le veía bien, que no me preocupara que cada niño era distinto…
Cuando pasamos a la habitación, después de estar 3 horas en reanimación, entraron las enfermeras de tarde-noche a darnos la bienvenida por el nacimiento, y al verle dijeron: vaya color tan bonito que tiene…Las miré y dije, para mí, «ellas sabrán más que yo, será que me estoy preocupando demasiado…»; en fin, con eso me medio tranquilicé.
Visita
A la hora llegó mi hermana con mi cuñado y mi primer hijo para ver al nuevo miembro de la familia, ese momento que tanto se había echo esperar, casi nueve meses, y tan deseado principalmente por el hermano mayor. Entró en la habitación muy despacio, con cara de expectación, lo vió y su cara se convirtió en asombro, en cara de «¡que ganas tenía de ver a mi hermanito!», toda su ilusión era cogerle y besarle; fue un momento precioso e inolvidable para todos.
La felicidad por poco tiempo
Todo fue felicidad, hasta que mi hermana y mi cuñado echaron varias fotos para mandarlas a la familia, hasta entonces estuve tranquila. Fue cuando las ví, cuando mi preocupación volvió, veía desde las fotos la piel de mi peque de un rojo nada natural… Pero nuevamente no dije nada…
Y llegó la noche, y a pesar de que no tardó nada en engancharse al pecho cuando nació, no la tomó ni siquiera cuando lloraba, me pareció extrañísimo, por lo que me lo puse junto a mi pecho haciendo piel con piel y acostados los dos en la cama, así se quedó tranquilo y durmió. Pasamos la noche juntos, pero en ningún momento tomó pecho.
Las primeras doce horas
A la mañana siguiente le dije a mi marido: «Arturo está demasiado dormido, no ha tomado pecho en toda la noche, ni siquiera se ha movido…» Mi marido me volvió a decir que no me preocupara… No me tranquilizó, llegado a este punto quería, necesitaba aclarar mi preocupación y mis dudas, por lo que decidimos que cuando viniera el pediatra a verlo se lo comentaríamos sin falta.
Al cabo de un rato me trajeron el desayuno y al peque se lo llevaron a bañar dos enfermeras. Mi marido se fue con ellas y aprovechando el momento les comentó mi preocupación. Una decía que lo veía normal, fué la compañera la que finalmente dio la voz de alarma.
La espera
No pasó más de diez minutos desde que lo trajeron limpito a que aparecieran en la habitación un séquito de dos pediatras y dos enfermeras, las mismas que lo bañaron. Al igual que con las enfermeras una de ellas le dijo a la otra: «pues yo le veo bien», sin embargo la otra decía que estaba muy rojo. Lo estuvieron reconociendo un buen rato, al cabo del cual entró una de las enfermeras con los resultado de las dos pruebas de la bilirrubina que le había hecho, una de piel y otra, para asegurarse del primer resultado, de pelo. Los resultados habían salido altos, muy altos, no quedaba más remedio que llevárselo a la unidad de Neonatos para una observación y cuidados más minuciosos.
No nos dejaron casi ni tiempo de reacción, había que bajarlo con urgencia, la única pregunta en ese momento que no salió fue «¿como de alta tiene la bilirrubina?». La respuesta demoledora, «alta como de un niño de 72 horas», él solo tenía 12..
Tras llevárselo, ante nuestra preocupación y estupor, vino una enfermera y nos explicó donde se encontraba la Unidad de Neonatos, «en un rato podéis bajar»
Sin embargo mi marido decidió bajar con ella directamente, yo me quedé en la habitación desolada y preparándome como pude para bajar en cuanto mi marido volviese.
Estaba prácticamente terminando, cuando llegó: «¿como está?», la respuesta: «le han puesto tres lámparas de fototerapia, para bajarle la bilirrubina» Tres lámparas que es lo máximo que se puede poner a un bebé…
Mi experiencia en la Unidad de Neonatos
Aún no habíamos salido de la habitación cuando llegaron tres pediatras con varios papeles en las manos, que más tarde comprobaríamos que tendríamos que firmar, para decirnos: «la bilirrubina le sigue subiendo, no podemos ponerle más lámparas, si le sigue subiendo hay peligro de que le dé un derrame cerebral o un paro cardiaco, sordera, ceguera,… mil cosas»
Sólo habían dos opciones: o hacer un cambio de sangre completo o ponerle un tratamiento de hemoglobina. Se optó como la opción más conveniente y menos invasiva la segunda, la cual no estaba exenta de posibles contraindicaciones y riesgos, tal como comprobamos al firmar los papeles del consentimiento.
Unidad de neonatos
Hasta que no terminaran con el tratamiento no podríamos bajara a verle. Las siguientes cinco horas fueron de las peores de nuestras vidas.
Experiencia en unidad de neonatos
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