Un pequeño sirio, sorprendido y angustiado por el llanto incontrolable de su padre, intenta consolarlo. Un campo de refugiados en algún lugar de la gélida Europa es el escenario. Centenares de miles de personas, huidas del terror y del hambre, esperan en vano que el ‘imperio del bien’, se-dicente cristiano y humanitario, abra sus puertas. Mientras, los líderes de Occidente miran a otro lado y sólo Alemania – este quiero, este no quiero – les permite la entrada; lentamente, desde el cálculo frío y egoísta de su interés por la mano de obra barata que debe sostener y ampliar su prosperidad. Ese niño sirio tal vez llegue a olvidar las…
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