Cuando un adulto pone etiquetas en un niño, genera en los mismos comportamientos no deseados ya que la etiqueta define al niño adjudicándole un rol que de seguro, lo va a incorporar en su vida. Es por esta razón que podemos encontrarnos con el niño tonto, el bueno, el malo, el inteligente, el feo, el comilón, el fuerte, el pobrecito, el débil, el llorón, el tímido, etc…
Es sabido que el adulto transmite al niño por medio de palabras o gestos lo que piensa, y el pequeño los incorpora y se convierte en lo piensa que tiene que ser.
ETIQUETAS QUE SUELEN PONER A LOS NIÑOS:
El problemático: Suele suceder que cuando una pareja tiene problemas, el tal llamado “niño problemático” suele actuar de balanza para equilibrar a su familia. Si no existiera este niño, los padres estarían en perpetuo conflicto entre ellos y se valen de su hijo de evitar los verdaderos problemas; en otras palabras el hijo distrae la atención de problemas internos entre sus padres. Simplemente basta con pensar en qué pasaría si no estuviera ese hijo problema con su mal comportamiento y la respuesta es que los adultos buscarían otro cualquiera, para tapar los verdaderos conflictos.
El inteligente: Un niño con mucha presión sobre él, ya que toda la familia espera lo que vaya a realizar o hacer. Son niños con mucho estrés ya que están buscando continuos logros y tienen miedo de llegar a defraudar, las expectativas que los padres tienen sobre él. En el caso además de que este niño tenga hermanos, la situación es peor ya que el comparar uno con otro tiene un peso importante en la autoestima, además de suscitar los celos entre hermanos. En la mayoría de los casos, los padres etiquetan al hijo con este rótulo, ya que es una necesidad de ellos mismos de haber podido ser inteligente.
El pobrecito: Si un niño pierde a uno de los padres, se le suele tratar con lástima y enseguida adquiere el rótulo de pobrecito, cuando un niño que tenga o no a los padres, tiene que tener siempre los límites bien marcados. No se debe tratar a un niño diferente, aunque le haya sucedido algo ya que es una forma de dar amor a nuestro hijo, una manera es justa la de aceptarlo, quererlo, apoyarlo y fijarle límites. Con el “pobrecito” fomentamos el rol de víctima y en el futuro no es una buena ni sana característica de la personalidad.
El desobediente: En general son niños tristes, agresivos o irritables, que suelen expresar su malestar no aceptando las normas y de ahí identificamos a niños con mal comportamiento. Obvian que, como no comprenden lo que les sucede, su conducta es catalogada de desobediencia. Para ayudar a un niño que presenta estas características, lo más conveniente es permitir que exprese sus emociones y escuchar lo que tiene que decir, sin juzgarlo prematuramente. Estos niños tienen que saber que son escuchados y tenidos en cuenta.
El complacido: Es el típico niño que quiere agradar a todo el mundo, siendo que evita decir lo que piensa, ya que tiene miedo a ser dejado de lado porque no aprueban lo que dice. Son niños inseguros que se sin condicionados, por ejemplo, piensan que los quieren solamente si son responsables o se portan bien. Vive para tratar de ganar el amor y la aprobación del resto y en general lo que logran es justamente el rechazo del resto por su actitud servil. A estos niños se los deben aceptar tal cual son e intentando resaltar sus hechos u opiniones positivas, lo que va a fomentar su autoestima.
Comenta si tienes alguno más, que seguro que sí.
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One Comment
Papás casi primerizos
Una entrada genial, tenemos que tomar conciencia de esto para poder cambiar viejos roles e intentar mejorar cada día, hay etiquetas también relacionadas con el físico que pueden hacer mucho daño a los niños, tipo el gordo, el feo, o incluso el guapo, que puede crear unas expectativas que luego pueden crear frustración. A mí se me presionó con la inteligencia de pequeña, y era muy estresante como bién dices, a mi hermano de vago, y le comparaban constantemente conmigo…Yo acabé siendo la rebelde y problemática cuando exploté, jejeje.