Está usted haciendo unas gestiones en el banco y entra un individuo con un pasamontañas y una pistola. «¡Silencio! ¡Al suelo! ¡Las manos en la nuca!» Y usted, sin rechistar, se tira al suelo y se pone las manos en la nuca. ¿Cree que un niño de tres años lo haría? Ninguna amenaza, ninguna violencia, pueden obligar a un niño a hacer lo que no quiere. Y mucho menos a dejar de llorar cuando está llorando. Todo lo contrario, a cada nuevo grito, a cada bofetón, el niño llorará más fuerte. Miles de niños reciben cada año palizas y malos tratos en nuestro país. «Lloraba y lloraba, no había manera…
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