Si hay algo que me desquicia es que me toquen la barriga estando embarazada, con siete semanas ni siquiera de nota, pero a pesar de eso se ponen a tocarla como si fuese una bola del mundo, dando pasadas como para sacarle brillo. Con cara de babosa y a veces con sonrisa que ni en su cara se refleja que es natural… ¡Lo odio! Con mi primer embarazo fue desquiciante, me apretaban la barriga como cuando se palpa un melón para ver si está maduro: ¿todavía está verde? y entonces me decían: ¡qué dura!, y yo contestaba: claro, estoy embarazada, tengo un bebé, ¿cómo quieres que esté la barriga? Además…
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